La erradicación
de la desigualdad entre hombre y mujeres en nuestra sociedad y con ella los
comportamientos patriarcales, así como las muestras de violencia tanto física
como psicológica o simbólica, que esta desigualdad conlleva. Pasa por una
educación feminista en todos los aspectos culturales de las jóvenes
generaciones, ya que son estas las que marcaran las pautas de la nueva visión
cultural de la sociedad.
En este proceso
de reeducación, las autoras Aquilina Fueyo (Universidad de Oviedo) y Susana de
Andrés (Universidad de Valladolid), inciden a través de su artículo Educación
mediática: un enfoque feminista para deconstruir la violencia simbólica en los
medios, en la necesidad de dotar al feminismo de una educación mediática y
reforzar esa lucha por la igualdad de las mujeres. Esta necesidad educativa
viene marcada por un contexto en el que los medios de comunicación y la
industria mediática han contribuido a reproducción el sexismo, por la forma de
tratar ciertos casos de violencia de género y con la producción de contenidos
mediáticos que contribuyen a cosificar la imagen de la mujer.
La educación
mediática aportaría unos criterios, no solo para construir una mirada crítica
de la audiencia, hacia todos los contenidos tóxicos; sino para contribuir
a que la mujer tenga influencia activa en los medios y pueda acceder al poder
de manipularlos. Ya que creemos que la mejor manera para solucionar problemas
de raíz como este es desde dentro, teniendo influencia y poder para controlar y
producir contenidos.
Según apunta el
último informe de GMMP en 2015, las mujeres son marginadas por la industria
mediática y los medios de comunicación, fruto de la visión androcéntrica
dominante en el mundo. Esta industria ejerce un poder simbólico que, como
define Bourdieu tiene la capacidad de hacer ver y hace creer, imponiendo
significados como legítimos. Lo que posibilita muestras de violencia simbólica
normalizadas por parte de la sociedad, en las que se hacen representaciones
estereotipadas e “ideales” de la mujer. Actuado estos medios como “tecnologías
de género”, dictando y jerarquizando, lo que es y cómo tiene que ser un hombre
y una mujer; provocando así que la igualdad no avance debido a la
interiorización involuntaria de modelos de género sexista. Esta situación
apunta a la necesidad, tal y como señala Carmen Luke, de una pedagogía que
deconstruya las prácticas por las que hombres y mujeres conforman su identidad de
género dentro unos espacios de socialización marcadas por el patriarcado.
Partiendo de
este contexto y con el objetivo de desarrollar un enfoque crítico de la
realidad que permita transformarla con perspectiva de género. Encontramos la
necesidad de agregar el enfoque de “pedagogía feminista” a la educación
mediática, con el fin de preparar a la sociedad en su conjunto y en especial a
las mujeres jóvenes para su autodefensa frente a las muestras de violencia
simbólica ejercidas por parte de los medios de comunicación y la industria
mediática.
Para poder
construir esa “pedagogía feminista”, las autoras Aquilina Fueyo y Susana de
Andrés, plantean una agenda de cuestiones que tienen que ser analizadas para
enfrentar la violencia simbólica y preparar nuestra autodefensa ante tales
hechos. Los temas que figuran en esa lista son los siguientes:
Hipersexualización y pornificación de la imagen de las mujeres. Hacia la autocosificación como antesala de la violencia.
El ideal del
amor romántico. Modelos de relación afectivo-sexual que instruyen en la
sumisión como antesala del maltrato.
Las redes
sociales como espacios de alienación y violencia.
Negociando la
identidad sexual en los nuevos espacios virtuales y tecnológicos.
Para que esta
pedagogía feminista de la Educación Mediática consiga su fin último, de
preparar a las mujeres para autodefenderse de la violencia simbólica presente
en los medios y contribuir a una construcción de los medios más igualitaria.
Partiendo del análisis de los aspectos citados anteriormente las autoras
señalan dos propuestas formativas transversales:
Educando la
mirada: analizar las narraciones audiovisuales y desarrollar la recepción
crítica
Creación.
Creando contenidos audiovisuales para potenciar la autonomía crítica.
Estas propuestas
deben incidir sobre las jóvenes generaciones, especialmente las femeninas, y
profundizar, como ya habíamos señalado, en dotarlas de formación y mecanismos
para convertir a estas nuevas generaciones en emisoras-receptoras reflexivas y
críticas de contenidos. Teniendo en cuenta que los medios contribuyen a
producir y reproducir los aspectos culturales interiorizados por la masa,
marcando con ello las directrices culturales de la sociedad.
Las muestras de
esta reeducación mediática feminista que se está llevando a cabo, abarcan desde
la censura y dura crítica a la que se someten los medios cuando tratan noticias
de violencia de género en la que hablan de manera benevolente del agresor
culpabilizando a la víctima; hasta producciones audiovisuales en las que se
empodera a la mujer, o que tratan temas “tabúes” en nuestra sociedad como la
homosexualidad o el movimiento transgénero. Un ejemplo de actualidad que nos ha
llamado la atención es una escena de La Casa de Papel, en la que Belén Cuesta,
que interpreta a Julia “Manila” una mujer transgénero, le explica a su tío y a
su primo, cómo y porque su primo Juanito, ahora Julia, siempre se sintió mujer.
Muestras como esta contribuyen a visibilizar y normalizar situaciones sobre las
que la sociedad tiene mucho desconocimiento.
Pese al
indudable progreso de la pedagogía feminista, el fruto de esta reeducación se
verá cuando las nuevas generaciones crezcan y sean ellas las que marquen las
pautas de comportamientos y valores culturales de la sociedad. Ahí será cuando
se demuestre si este cambio de visión androcentrista ha arraigado en la
sociedad.
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