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Un cambio de tendencia necesario para la igualdad

El 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer Trabajadora en el que se conmemora la lucha de la mujer por su emancipación y desarrollo íntegro como persona, así como se aplaude su célebre participación en todos los ámbitos dentro de nuestra sociedad. Y es que, la historia de la mujer ha estado marcada por una constante lucha, que aún continua, para alcanzar derechos que la equiparen al hombre.

Esta lucha y con ella el movimiento sufragista, raíz del movimiento feminista; surge en el momento en que las mujeres comienzan a manifestarse para conseguir  el sufragio femenino y tener el derecho de participar democráticamente en las elecciones, para poder con ello “redactar las leyes”  (una de las proclamas más repetidas en Las sufragistas) y ser plenamente equiparable  al hombre en los derechos concernientes al voto. El primer país en el que se aprobó el voto femenino fue Nueva Zelanda en 1893, al que se le sumaron progresivamente más países.

En 1918 se aprobó en Inglaterra la Ley de Representación de los Pueblos y la Ley del Parlamento de Calificación de la Mujer, que permitía  a las mujeres mayores de 30 años  y que cumplían los requisitos de propiedad, el derecho al voto y a ser elegidas como representantes en el parlamento. Pero no fue hasta 1928, cuando se aprobó La Ley de Representación de la Gente, que otorgó el voto equitativo a todos los hombres y mujeres mayores de 21 años, situando a las mujeres con los mismo derechos sufragistas que a los hombres. Es esa lucha previa en pos de alcanzar el derecho al sufragio femenino, la que relata la película Las sufragistas, dirigida por Sarah Gavron.


Esta película basada en hechos reales, hace una adaptación cinematográfica de los movimientos y reivindicaciones sociales en pro de la mujer  que la Unión Social y Política de Mujeres (WSPU), exigía  a la sociedad y responsables políticos británicos a principios del s.XX.

El film relata cómo activistas las activistas del movimiento sufragista Maud  Watts (interpretada por Carey Mulligan), Edith Ellyn (interpretada por Helena Bonham) y Emily Davison (interpretada por Natalie Press), alentadas por Emmeline Pankahurst (interpretada por Meryl Streep) líder del movimiento sufragista y la WSPU. Participan en diferentes manifestaciones y llevan a cabo reivindicaciones violentas como el incendio de la residencia de verano del parlamentario David Lloyd George o el corte de las comunicaciones de Londres dinamitando las líneas postales y telegráficas con el fin de dar cabida en los medios a su campaña por el sufragio femenino. Hasta que finalmente Maud y Emily acuden al Derby de Epson, una carrera hípica a la que acudirá el rey de Inglaterra; en plena carrera Emily atraviesa la pista con la bandera del movimiento feminista y muere atropellada por un jinete. Su muerte apareció en las portadas de los periódicos internacionales, se hizo visible la constante lucha de las mujeres por alcanzar el derecho al voto y su equiparación con los hombres, lo que permitió sensibilizar a parte de la población británica y conseguir que el movimiento sufragista femenino cogiera más fuerza.

Aunque la trama gira en torno a la lucha por el derecho al voto, durante su visionado podemos apreciar la carencia de otros derechos fundamentales como el acceso a la educación, la ausencia de derechos laborales o derechos sobre sus hijos, etc.

De esta película cabe destacar la evolución que sufre la protagonista Maud Watts, como de ser una persona que vivía al margen de polémicas, se convierte en una de las principales activistas del movimiento sufragista y como esta decisión le acarrea consecuencias en su vida privada. Esta película pone de manifiesto la cantidad de discriminaciones que sufrían las mujeres, y lo difícil que era concienciarse para formar parte de movimiento de reivindicación social en la Inglaterra del s.XX.

Esta situación podría tener cierta similitud con la situación que se vivía en los países occidentales modernos, antes del estallido del movimiento “me too”, en la que considerarse feminista no estaba muy bien visto por la sociedad; quizá motivado por ignorancia o el poco conocimiento sobre el tema y por los movimientos paralelos que surgen en torno al feminismo. Con el estallido del “me too” que denunciaba la agresión y acoso sexual, miles de mujeres contaron sus experiencias por redes sociales, lo que contribuyó a que este movimiento se hiciese viral. Gracias a esta visibilización, autoproclamares feminista se normalizó, e incluso nos atrevemos a decir que se convirtió en una pequeña “moda”.

Películas de este calibre, permiten visibilizar y hacer reflexionar al pueblo sobre el gran esfuerzo que generaciones pasadas han hecho para conseguir todos los derechos sociales que permiten actualmente tener una vida digna y equiparable entre hombre y mujeres. Además, es interesante conocer los inicios de un movimiento feminista que,  gracias a su lucha ha conseguido infinitud de concesiones para la mujer como el derecho a la educación, a la propiedad, a vestir libremente, a poder solicitar cualquier trabajo y cobrar un sueldo similar al hombre..; y que hoy en día sigue luchando por alcanzar una auténtica igualdad entre hombre y mujeres.

El derecho al voto femenino llegó a España en 1931 durante la II República, un periodo político que intentó llevar a cabo una modernización de España en todos sus ámbitos, que aún estaba regida por una visión androcéntrica.

Coetáneo a este movimiento, apareció un grupo de artistas vanguardistas encargados de la modernización estética y literaria del país, conocidos como la Generación del 27 y que abarcaban varias las disciplinas artísticas. De esta generación han trascendido personajes como Salvador Dalí, Luis Buñuel, Federico García Lorca, Luis Cernuda o Rafael Alberti entre otros. Pero fueron olvidadas por la crítica un grupo de mujeres que entraron a formar parte del mundo artístico e intelectual. Apodadas “Las sinsombrero” por su actitud transgresora y el gesto de quitarse el sombrero en público, haciendo una crítica a la construcción social del momento que tapaba sus ideas e inquietudes.

El grupo fue formado por Maruja Mallo, María Teresa León, Concha Méndez, María Zambrano, Ernestina de Chapourcin, Josefina de la Torre, Marga Gil Roësset y Rosa Chacel. A pesar de que estas autoras, cada una es su disciplina, nos dejaron obras de una calidad comparable a la de sus compañeros de generación, es casi imposible encontrar sus nombres en los manuales, artículos o memorias del momento.

Es cierto que, a pesar de su mérito y su talento, la gran parte de estas artistas se introdujeron en los círculos artísticos e intelectuales de la mano de un hombre que las tutelaba. Ya fuese su marido, hermano o maestro, la mayoría de ellas tuvo alguna relación estrecha con grandes personajes masculinos de la generación. Pero posteriormente sufrieron una violencia simbólica continúa, por la manera cohibida con la que tuvieron que llevar sus valores e ímpetu feminista hacia la emancipación. Y, por la condena al olvido que han sufrido estas artistas, marcado también por los efectos de la dictadura franquista, ya que todas ellas vivieron en el exilio gran parte de su vida intentando desarrollar su carrera artística.

El olvido al que se han enfrentado estas artistas fue provocado por una ideología androcéntrica que dominaba la sociedad, con los valores y comportamientos patriarcales que ello causa. Estas mujeres no tuvieron, lo que hemos llamado un “derecho al recuerdo”, pero posteriormente la sociedad en general y el movimiento feminista en particular han luchado para brindarles este derecho al recuerdo, dándoles cabida y visibilización con documentales honoríficos con Las Sinsombrero, una iniciática de la compañía pública Radio y Televisión Española RTVE. Y queremos resaltar el carácter de público, porque para nosotros es importante que los organismos públicos del Estado apuesten por estos rescates a la memoria para aclarar y darle visibilización a la memoria histórica de España.

El movimiento feminista tiene que seguir luchando incansablemente por esa igualdad real entre el hombre y la mujer en cuanto a sus derechos y participación en la sociedad. Además, ayudado por otros movimientos de índole progresista, deberá liderar una revolución ideológica en España para erradicar todos los valores y comportamientos patriarcales que aún existen y poder evolucionar como sociedad.

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