Feminismos y otras luchas, la esencia de Thelma & Louis (1991)

En esta semana vamos a hablar adentrándonos en como la violencia de género está presente en nuestras vidas desde tiempos remotos, y como además existe una violencia simbólica que normalmente nunca ha estado corroborada como violencia, en textos, palabras, formas de expresión que sin darnos cuenta cometemos actos de violencia. Para ponernos en situación con este tema, hemos visto y analizado la película Thelma y Louise (1991) con el que hemos empatizado acerca de este tema.

La película nos adentra en la década de los 90, dirigida por Ridley Scott y protagonizada por Geena Davis en el papel de Thelma y Susan Sarandon como Louise. Esta cinta estuvo a punto de ser suspendida y de no ser emitida debido a que su guion no terminaba de encajar con los productores y directores. ¿Por qué? porque estaba previsto y en lo cierto que desataría una gran polémica en Estados Unidos y el resto de países donde se emitiría, la mayoría del público nunca aceptaría los roles de las protagonistas, dos mujeres valientes, heroínas, que pudiesen romper todos los esquemas interpuestos por la sociedad. En cambio, a día de hoy, se ha convertido en una cinta en el que se refleja el movimiento feminista.

Conforme comienza la historia, comprobamos que Thelma tiene un rol más común para aquella época, un rol de ama de casa, preparando el desayuno a su marido, incluso tanto es el miedo que se puede palpar que no es ni capaz de preguntarle si le concede un permiso para poder irse con su amiga Louise a pasar el fin de semana fuera, un miedo que en realidad no debería de existir, básicamente porque nunca le debería de pedir ese permiso nunca. Un primer comportamiento machista en la cinta, en el que el estatus del hombre queda reflejado por encima de la mujer, una violencia simbólica en toda regla. En cambio, Louise, es una mujer mucho más independiente, incluso nos atreveríamos a decir que es más fuerte.

Conforme avanza el fin de semana, la primera parada que realizan es en un bar de carretera, en que se divierten fumando y bebiendo, a Thelma se le cruza un desconocido con modales agasajadores, tanto, que ella entra en una espiral de diversión en la que no sabe controlar la cantidad de alcohol ingerida pero realmente el desconocido sí que sabe cuánto está bebiendo, entonces nos preguntamos si podemos decir que está cruzando la línea de violencia simbólica, debido a que posiblemente estaba esperando a que Thelma estuviera más ebria para así después tener comportamientos más afectivos con ella. Tal es así, que Thelma decide salir para respirar un poco de aire porque se encuentra mareada, el hombre insistiendo, le acompaña. Al estar los dos fuera del bar en el parking, el desconocido sigue increpando a Thelma subiéndola encima del maletero de un coche y comienza a agredirla sexualmente mientras le dice que no le va a hacer daño y que sería bueno, pero ella le pide que pare por completo hasta propinarle una bofetada, después de esta bofetada el hombre se vuelve aún más agresivo y le propina varias bofetadas mientras le dice que no le vuelva a “tocar puta asquerosa”, aquí se refleja también la existencia de un vocabulario agresivo, convertida en una acción agresiva hacia la mujer.

Más tarde aparece Louise apuntándole con una pistola para poder salvar a Thelma a tiempo, Thelma con su todavía rol de miedo, de no hacerse grande ante el rival le suplica a Louise de dejarle en paz y abandonar el lugar. Louise en cambio, al escuchar al desconocido, pierde aún más los papeles y aprieta el gatillo acabando con su vida.

Esta acción no es una acción ejemplar, esta escena estuvo muy criticada en los Estados Unidos, debido a que esa no es la solución para estos problemas, en la escena ya se veía que podrían haberse escapado sin haber matado a nadie, es una situación muy difícil y más con el pasado de Louis sobre su espalda, al haber sido víctima de violación en otra etapa anterior, además queda retratado como en la película que la violencia física la que es objeto de denuncias y la que se intenta erradicar mediante unas leyes que nunca son eficientes, si en la escena esa hubiese tenido que apretar el gatillo para dispararle porque no le hubiese quedado otro remedio, muy seguramente Louise hubiese sido arrestada y acusada de homicidio sin importar que el hombre no hubiese parado y hubiese violado a Thelma.

Más adelante podemos seguir comentando muchos más casos de violencia simbólica, para después pasar a analizar la cuestión de las representaciones culturales y del lenguaje, que son mecanismos a través de los cuales esta violencia se ejerce y se hace posible, pero también como posibles instrumentos críticos que nos permitan luchar contra ella. Como, por ejemplo, el cambio de rol y actitud de Thelma, una mujer mucho más madura, valiente, independiente, que aprende de sus errores y de lo que no debe consentir por estar viviendo bajo el mismo techo que un hombre.
La valentía que muestran al enfrentarse de una forma ejemplar al camionero que las acosa durante varias veces por la carretera, las cuales lo engañan y les hace parar para que se disculpe por ese comportamiento, en esta escena la viralidad del hombre es tan alfa, que comienza verse atemorizado por ellas, y en lugar de pedir disculpas y volver a hacer camino con su camión, comienza a desvariar con insultos improcedentes.

Como último detalle, cabe resaltar que también existían en aquella época hombres como el inspector de policía, que pretendía ayudarles desde el primer momento, hasta que no pudo hacer más.
Por lo tanto, definimos a la violencia de género como un fenómeno y supone la articulación de toda una serie de “violencias” que irían desde una violencia simbólica que construye los cuerpos culturalmente tensándolos, hasta esa violencia física que amenaza a las mujeres por el mismo hecho de serlos.

Volviendo a plantear el tema de las leyes, nos preguntamos qué leyes y como se deberían de plantear su funcionamiento para que en estas escenas que siguen ocurriendo a día de hoy en nuestras vidas, cuál sería la forma más constructiva para la sociedad, que haga cumplir sentencia a la persona ya sea hombre o mujer, independientemente del sexo, por los errores tan serios cometidos hacia otra persona.