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Una industria cultural en un sistema de producción mercantil

La Escuela de Frankfurt nos ha traído un sinfín de reflexiones y de conocimientos sustentados en críticas refutaciones de reconocidos expertos e intelectuales. Desde que comenzamos este grado de Publicidad y Relaciones Pública el nombre de esta popular escuela lo hemos visto y estudiado en diferentes asignaturas y trabajos académicos. Por esta razón vamos a tratar de hacer una reflexión grupal del nacimiento de la teoría crítica y la situación de la industria cultural en la actualidad.

La Teoría Crítica, representada principalmente por autores como Max Horkheimer o Theodor Adorno, plantea la llegada de la industria cultural y la posiciona precisamente como una industria más: creaciones al servicio de una mera producción mercantil y como no, a servicio también del sistema capitalista. Esta teoría plantea además la necesidad de desarrollar la actividad de la industria cultural en una sociedad de masas sometidas al poder del capital.


Este sistema comercial de producción cultural hace que se establezca un orden en cuanto a las creaciones culturales y lleva a una estandarización de los productos en la que a través de la manipulación del consumidor crean en los consumidores una necesidad estandarizada. “Toda la praxis de la industria cultural aplica decididamente la motivación del beneficio a los productos autónomos del espíritu.” (Adorno, 1967).


Realmente, si nos situamos en la época de los años 60 o de los 70 en los que la teoría crítica se consuma, podemos afirmar lo visionarios que eran los críticos de la Escuela de Frankfurt y es que la teoría es perfectamente extrapolable a la realidad cultural que vivimos en la actualidad. Una industria cultural que genera un consumo social y mercantil en la que desaparece por completo la obra de arte como valor de uso, en términos de Jamen Baudillard. Obras y creaciones que carecen de sentimiento, carecen de valor real.

Siguiendo al filósofo alemán Walter Benjamin en su concepto de "aura de una obra" reconocemos cuál es la falta y la carencia de las creaciones culturales en el capitalismo: la esencia en la creación. “El aura -como apunta Benjamín- está atada a su aquí y ahora” y cada obra de arte tiene su unicidad, su aura.


Trasladando estos conceptos al mundo del cine, no puede encajar mejor la teoría crítica de la Escuela de Frankfurt de la producción cinematográfica actual, arrastrada durante tantos y tantos años atrás. La producción se reduce a meros subproductos culturales al servicio de un sistema capitalista que crea estándares de gustos y de reclamos. Y esta tendencia cada vez se eleva a una exponente superior, el mejor ejemplo lo tenemos este año con la oscarizada y reclamada "Parásitos", la primera producción no americana que se alza con el Oscar a mejor película. Un mercado el coreano en el que Hollywood ha encontrado un buen nicho de negocio. Lo llevaba vendiendo muy bien Corea durante años, al final triunfaron.


Y en estos términos podemos poner mil y un ejemplos sobre la estandarización de las creaciones culturales en el séptimo arte, podemos entrar también en el "bobismo" de la industria del cine en España, en la que ya es bien reconocido el termino de "españolada", por cierto, con connotaciones poco positivas.

En resumen, el sistema capitalista controla un sinfín de mercados y de industrias entre las que entran como no la cultural. Creemos que el sistema mata la capacidad crítica y cohíbe la libre elección de las personas y genera el orden que los mandatarios y grandes afortunados quieren.

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