Antonia después de haber vivido durante mucho tiempo lejos
de sus raíces, decide volver a su pueblo natal para rehacer su vida. Es una película
dirigida por Marleen Morris y tiene en su bolsillo el Óscar a mejor película extranjera
de habla no inglesa en el año 1996, junto con el premio People’s Choice y el Festival
Internacional de cine de Toronto.
Una cinta muy completa y exitosa, en el que abarca temas como
el feminismo, el amor, la familia, el sexo, la muerte, y muchos más.
En el personaje de la protagonista, Antonia, se puede
observar cómo ese personaje femenino con el paso del tiempo se convierte en la
matriarca de su familia, una familia compuesta principalmente por mujeres, y que aumenta notoriamente con amigos y allegados del pueblo.
La apología de cada generación tras generación comenzando
por Antonia, una mujer que ha sabido como criar a su hija sola sin la figura de
ningún varón, después su hija Daniela defiende plenamente la libertad de la condición
sexual de la mujer. Teresa, la nieta de Antonia, define un canon de la mujer en
el que no tiene por qué ser una buena madre o ni si quiera no tiene la obligación
de ser madre por el hecho de ser mujer, con medida que pasa el tiempo esta se
convierte en madre de una niña llamada Sara, la última generación de la
familia.
En total cuatro generaciones de la familia que han sabido como luchar tanto individual como conjunta contra todos los estereotipos que
se le han atribuido por fuerza mayor al sexo de la mujer. Han mostrado ser
mujeres muy unidas, y que han luchado por tener las vidas que ellas mismas han
querido elegir, enfrentándose a la religión y a la iglesia, a violaciones y agresiones
sexuales en el pueblo.
Aunque siempre han vivido solas y han ido creando una familia multitudinaria, aunque no han permitido que los hombres tuviesen un protagonismo en sus
vidas, al final Antonia abrió la puerta al amor, su hija Daniela para cumplir
su deseo de ser madre, utilizó a un hombre para fecundarla, y Teresa aunque no
le agradaba del todo ser madre, sí que fue como una buena hija, sin olvidarnos de tener como figura paterna al hombre al
que apodaban dedos enredados con el que muestra una gran tristeza al conocer la
noticia de su suicidio.
Claro que se puede vivir plenamente sin la presencia de un hombre en una familia. La sociedad está avanzando cada vez más hacia diferentes tipos de familias que se alejan de esa concepción mujer - hombre - hijos. El amor es libre, son las personas quién se enamoran, no los géneros.
Queremos rendir un pequeño homenaje con esta entrada, a todas y cada una de las mujeres, que lo han pasado mal en tiempos difíciles, y que han desempeñado el rol de matriarca en la familia.
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